Raíces vivas: Redescubriendo nuestra identidad cultural

Nuestro presente es el resultado de una combinación de eventos y valores del pasado que compartimos. No podemos comprender quiénes somos hoy o a dónde vamos sin al menos conocer y valorar quiénes fuimos. De aquí nace la urgencia de incorporar el conocimiento y revaloración de nuestro patrimonio cultural a través de la educación. En un contexto moderno en el que la educación se inspira en ideas eurocéntricas y occidentales, surge una necesidad de retomar la cultura de nuestros antepasados y utilizar el “potencial cultural,” tal y como lo llama la UNESCO, para transmitir valores relacionados con ciudadanía, desarrollo sostenible, solidaridad y respeto por las propias tradiciones y culturas, a través de un ejercicio consciente en el que se comparten experiencias y conocimientos entre generaciones.

Nuestra comunidad estudiantil presenta un contexto particular que no es el mismo que en el centro y sur de México. Nos encontramos en Monterrey, una ciudad del noreste del país, vecina de San Pedro, la ciudad más rica de Latinoamérica, y a una hora de la frontera con Estados Unidos. Más del 80% de nuestro cuerpo estudiantil proviene de colegios privados en los que se prioriza el aprendizaje del inglés, la historia europea, y celebraciones como el Día de Acción de Gracias y Halloween. Estos alumnos prácticamente desconocen la riqueza y diversidad cultural de México.    

Esta problemática nos ha llevado a buscar celebraciones en que las y los estudiantes puedan reconectar con sus raíces. Uno de los días más tradicionales en la cultura mexicana es la celebración del Día de Muertos que se celebra cada 2 de noviembre. Sin embargo, esta tradición suele ser opacada por Halloween y las únicas referencias que conocen son por la popular película de Disney y Pixar, “Coco,” pero no porque sea parte de sus tradiciones sino porque es producto de un estudio de animación internacional. Incluso la historia y el folklore de nuestro país se deja de lado, se desconoce o, en los peores casos, se rechaza para valorar en su lugar a sus contrapartes americanas o europeas. Es aquí cuando nos preguntamos, ¿qué podríamos hacer para que nuestras y nuestros estudiantes puedan retomar estas tradiciones y hacerlas suyas? 

Altares, tumbas y celebración del Día de Muertos

Conscientes de esta situación, el departamento de Ciencias Sociales, Humanidades y Español de PrepaTec Eugenio Garza Sada en Monterrey, en conjunto con el departamento de Arte y Cultura de nuestra escuela, organizan desde hace casi 10 años una fiesta para conmemorar el Día de Muertos. Aquí, estudiantes de primer y segundo año participan en diferentes actividades con la intención de, a través de proyectos retadores que los saquen de su zona de confort, generar experiencias memorables que los acerquen más a la cultura mexicana, su historia y tradiciones, y que finalmente les permita conectar con su identidad y patrimonio cultural. Algunos tendrán el reto de rescatar la tradición del Día de Muertos y traerla al presente, mientras que otros utilizarán el arte para expresar una parte de la identidad mexicana. Al final, todas y todos convergen en una sola fiesta de música y color el día 2 de noviembre.

La celebración se vuelve una prioridad durante el periodo escolar de agosto-diciembre. Por un lado, los estudiantes de primer año (grado 10º) investigan y aprenden sobre el origen y significado de la celebración del Día de Muertos, haciendo hincapié en su relación con nuestra historia colonial y nuestras tradiciones mestizas. Después, cada grupo debe diseñar, armar y montar una tumba o un altar que se inspire en un personaje de nuestra historia o un estado de nuestro país de tal forma que cada grupo se vuelve experto en las tradiciones, los ecosistemas, la riqueza culinaria, las artesanías, la arquitectura y las particularidades de una región de México. 

Esta actividad es muy retadora. No solo se deben incorporar todos los elementos típicos de un altar y todo lo que las familias llevan al panteón (como flores, comida, velas, recuerdos) para celebrar a sus muertos el 2 de noviembre de cada año, sino que también deben adaptarlo a la estética y las características específicas del personaje o región que se les asignó. Después de realizar su investigación, hacer su diseño, comprar los materiales, planear y montar su altar o tumba—pasando por un par de obstáculos y retos que ponen a prueba las habilidades de resolución de problemas y trabajo bajo presión —la actividad culmina con un panteón muy peculiar, lleno de veladoras, papel picado, los aromas de copal y cempasúchil, y una variedad de platillos típicos de muchos lugares de nuestro país, que hasta antes de esta actividad una parte del estudiantado desconocían.

Talleres artísticos y el reto de bailar folklore

Por otro lado, durante un semestre del segundo año (grado 11º) las y los estudiantes trabajan dos veces por semana una habilidad artística que les permita conectar con algún aspecto de la cultura mexicana. Por ejemplo, se ha trabajado con pintura, cine, escultura, teatro y danza, entre otros. La culminación de su esfuerzo llega cuando presentan su trabajo final en la celebración del Día de Muertos.

En el taller de danza folklórica, por ejemplo, empiezan por aprender qué es el folklore, cómo se construye y la importancia de conocerlo y promoverlo como parte de una identidad cultural. Posteriormente se exploran diferentes expresiones de folklore regional, tanto a un nivel teórico como práctico. Puesto que México cuenta con una vasta diversidad cultural, siempre se procura dar espacio en el taller para estudiar regiones a las que raramente los y las estudiantes tendrían acceso o incluso interés de conocer por su cuenta. En este punto del curso, los y las jóvenes ya son conscientes de aquel prejuicio y del escaso conocimiento que tenían al inicio sobre lo que es el folklore, y algunos incluso ya empiezan a apreciarlo y a valorarlo. Es aquí cuando se comienza a ensayar la coreografía que se presentará en la celebración del Día de Muertos. Se elige una expresión de folklore que vaya acorde a la temática anual de la fiesta; algún baile tradicional que gire en torno a la muerte como “Xantolo” de la Huasteca Potosina o “La Bruja” de la Región del Sotavento del estado de Veracruz, por ejemplo. 

El reto de montar una o varias piezas folklóricas con estudiantes que nunca han bailado este género (o bailado en lo absoluto) y mucho menos frente a un público es muy demandante, pero el resultado es una experiencia de aprendizaje tan memorable que realmente provoca un cambio en ellos. Durante la fiesta del Día de Muertos los y las estudiantes, vestidos con trajes típicos regionales suben al escenario, nerviosos y un tanto apenados, e interpretan la coreografía que por semanas han trabajado en clase. Los gritos y aplausos de sus compañeros son ensordecedores, la experiencia es muy gratificante, tanto para los bailarines como para su audiencia.

Al bajar del escenario, la adrenalina sigue por horas, el sentido de orgullo y pertenencia cultural es otro, su apreciación por el folklore ha cambiado para siempre. Algunos incluso se vuelven consumidores regulares de este tipo de espectáculos y tradiciones; otros recuerdan su experiencia con cariño y nostalgia cuando por azar les toca presenciar una demostración cultural similar en sus viajes familiares por el país, y unos pocos incluso continúan bailando el resto de su educación profesional.

¿Cómo empezar?

Si estás considerando llevar a cabo un proyecto similar en tu comunidad educativa, hemos identificado algunas prácticas clave que nos han ayudado a mejorar nuestra celebración del Día de Muertos con el paso de los años. No es necesario ser experto en el tema o pertenecer a la cultura que se está investigando, lo importante es empoderar a las y los estudiantes a que conozcan y tomen en cuenta la riqueza cultural de su comunidad. Nosotros, como docentes, seremos una guía y un apoyo para generar un espacio de respeto a la diversidad.  Estas ideas son puntos de partida que pueden adaptarse a las necesidades, contextos y recursos de tu entorno. Nuestra intención es compartir lo que hemos aprendido para que otros puedan también explorar cómo conectar a las y los estudiantes con su identidad cultural de formas significativas y creativas. 

  1. Crea un proyecto retador que involucre planeación. Un proyecto significativo debe ir más allá de la ejecución inmediata y fomentar en el estudiantado habilidades como la organización, la creatividad y la gestión del tiempo. En nuestro evento de Día de Muertos, las y los estudiantes enfrentan el reto de diseñar altares o presentaciones artísticas que requieren semanas de planeación; desde una fase de investigación inicial, esquemas o bocetos de lo que van a hacer, materiales que necesitan, hasta el momento en que se realiza y presenta frente al público. Este enfoque les permite experimentar un proceso completo de creación: coordinar tareas en equipo, conseguir y administrar recursos, resolver problemas inesperados, y tomar decisiones bajo presión. El tiempo invertido en planear y ejecutar un proyecto tan complejo los saca de su zona de confort y los prepara para enfrentar retos similares en el futuro. Además, esta experiencia les enseña que los proyectos más valiosos y memorables requieren esfuerzo, colaboración, y una inversión significativa de tiempo y energía. 

  2. Investiga ampliamente las culturas de tu entorno y asesórate con expertos en el área. En un país tan culturalmente rico y diverso como México, hay muchas culturas distintas que cuentan con sus propias tradiciones y costumbres que, en su mayoría, los y las estudiantes desconocen por completo. Una parte muy importante del evento es que investiguen exhaustivamente sobre la cultura asignada, con el fin de que la conozcan a profundidad y escojan los elementos de la misma que quieren representar (por ejemplo, comida, costumbres, ropa típica, artesanías). Como existe la posibilidad de caer en estereotipos o discursos discriminatorios, es importante que siempre se asesoren con expertos en el tema, para procurar tener siempre una actitud respetuosa. 

  3. Empújalos a salir de su zona de confort. El aprendizaje más significativo ocurre cuando las y los estudiantes enfrentan desafíos que los llevan más allá de lo que ya conocen y dominan. Presentarles retos diseñados para romper con su rutina escolar y explorar nuevas habilidades podrá ser difícil al principio, pero gratificante al ver el resultado final. ¿Van a resistirse y a quejarse? Es muy probable. Sin embargo, estas actividades también fortalecen la autoconfianza y la resiliencia. Aprenden que es válido cometer errores y que el proceso de enfrentar el miedo o la incomodidad les permite crecer y descubrir capacidades que desconocían. Al final, las experiencias que más los desafiaron son las que recuerdan con más orgullo y las que más impacto tienen en su desarrollo personal y académico. 

  4. Invita a la comunidad a asistir al evento. Cuando al estudiante se le comenta que su baile, su pintura, su altar o su obra de teatro se va a exponer frente a madres y padres de familia, compañeras y compañeros, profesores y público en general, su compromiso aumenta considerablemente. Ya no es una simple tarea para obtener una calificación aprobatoria, sino que su obra va a salir del salón de clases. Esto también les da un fuerte sentido de aceptación y pertenencia, logrando que fortalezcan su autoestima. Además, se dan cuenta que las tareas que hacen tienen un sentido y una utilidad.  

En un mundo en el que se premia la inmediatez y la innovación, es muy fácil deslumbrarse por las nuevas tecnologías. Como comunidad educativa sabemos que debemos siempre estar a la vanguardia, pero no podemos caer en el error de descartar el valor de nuestro patrimonio. Hoy más que nunca es importante hacer una pequeña pausa para mirar hacia nuestro pasado y reconectar con nuestras raíces. Por ello, año con año, nuestra escuela genera una experiencia memorable con el Día de Muertos. Las actividades que realizamos fomentan la colaboración y la resiliencia, y permiten a nuestros estudiantes salir de su zona de confort, al mismo tiempo que conocen más sobre su comunidad y sus tradiciones. Nuestras raíces, nuestro patrimonio y nuestra cultura tienen mucho qué enseñarnos y es necesario darle su espacio tanto en el aula como en un evento que la trascienda.


Inés de la Peña. Inés es profesora de preparatoria y traductora autónoma, cuya pasión por el arte, la literatura y el rico patrimonio cultural de Latinoamérica inspira cada aspecto de su labor docente. Es mentora del capítulo estudiantil de la National English Honor Society. Con un enfoque creativo e interdisciplinario, incorpora estos temas en sus clases, buscando conectar las historias y tradiciones de la región con los retos y perspectivas del mundo contemporáneo de sus estudiantes.

Carmen Tijerina. Desde hace más de 10 años, Carmen dedica su labor a formar jóvenes con sensibilidad artística y conciencia global. Su amor por la danza folklórica y las tradiciones mexicanas la ha llevado a combinar la riqueza de nuestras raíces con la educación multicultural, creando experiencias que conectan a sus estudiantes con su identidad y el mundo. Convencida de que el arte y la cultura son herramientas poderosas para el aprendizaje, integra estas pasiones en proyectos que fomentan el pensamiento crítico, la empatía y el compromiso social. 

Jesé Avendaño. Jesé es director del Programa Bicultural en la PrepaTec Eugenio Garza Sada, en Monterrey, Nuevo León, México donde imparte materias centradas en el arte, la literatura y el cine. Busca que los proyectos de sus estudiantes, como los cortometrajes de ficción y documentales de Cine, trasciendan el salón de clases y se expongan en espacios significativos, como museos. Su enfoque fomenta un empoderamiento en los jóvenes para que crean en el poder de sus ideas, y a que sean conscientes de que el arte y la creatividad pueden cambiar la sociedad.

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